Nunca me ha gustado San Valentín, tengo que decirlo. Francamente me parece una de esas fechas en las que se obliga a la exaltación del “amor” mientras otros hacen caja. Por mi condición de comunicadora, sin embargo, me toca cada año realizar campañas relacionadas con este tema: joyerías, tiendas de regalos y sobre todo restaurantes, son objeto de ellas.
Gracias a las redes sociales tengo la oportunidad de recibir en mi muro cientos de ofertas de menús, y destaco “gracias a las redes sociales” porque salvo a eso, la televisión y la radio, los anuncios que se realizan en otros medios de comunicación me parecen vanos e inútiles (lo siento por aquellos que habéis decidido invertir en soportes como la prensa escrita).
Las redes sociales han conseguido reducir considerablemente la inversión publicitaria para este tipo de eventos, claro que eso no implica la supresión total del gasto, sino la posibilidad de conseguir una mayor repercusión con una inversión menor.
Y esa inversión pasa necesariamente (para hacer un buen trabajo claro, no una pifia, para eso vale cualquiera), por el asesoramiento de un profesional de la comunicación. Normalmente cuando uno quiere comer bien, visita un buen restaurante, ¿no? Pues bueno, cuando alguien quiere rentabilizar una campaña lo mejor es confiar en un buen profesional.
¿Cómo rentabilizar una campaña de comunicación para un evento como San Valentín?
Analizando el público por ejemplo. Nuestro target se encuentra sobre todo entre jóvenes de 16 a 30 años. No quiere decir que un público más mayor no celebre San Valentín, pero a menudo en edades superiores queda subsidiado por otras cuestiones.El análisis del público nos lleva a conducir nuestros esfuerzos sobre todo hacia estrategias de comunicación online. Nos dirigimos a gente devoradora de redes sociales e información digital.
Facebook, la jungla!!
En muchos casos Facebook puede ser una potente arma para contactar con nuestro público objetivo, en otras la competencia puede comernos en cuestión de segundos. Concretamente en San Valentín Facebook se convierte en el contenedor de la mayor oferta de restauración posible. Menús y menús pasean por nuestros muros buscando ser “el elegido”.¿Cómo conseguir pues destacar nuestro producto? Indudablemente realizando acciones distintas a lo que se supone que todo el mundo va a realizar: definiendo un menú, ofreciendo un valor añadido en la cena con la presencia de un músico, fotografiando los platos que componen la oferta gastronómica y difundiéndolo durante los días que dure la campaña … pero sobre todo el mayor valor radica en el seguimiento posterior.¿La acción ha tenido repercusión social? ¿Ha recibido me gustas? ¿A cuánta gente hemos conseguido llegar? ¿Gracias a ella hemos ganado fans? Las redes sociales han conseguido que el retorno de la inversión pueda cuantificarse y este hecho ha beneficiado considerablemente al comunicador.Nadie podrá decirnos que hemos hecho mal nuestro trabajo, o que no ha funcionado, las cifras son incuestionables. Si después de llevar a cabo la acción la campaña ha generado una alta rentabilidad social por el grado de notoriedad generado, pero no ha funcionado, a lo mejor (y sólo a lo mejor), la oferta gastronómica no era buena. Pero lógicamente, eso ya es otra historia.